jueves, 20 de octubre de 2011

El árbol y las nueces

Ojalá que eta diga esta vez la verdad. Sería la mejor noticia de los últimos tiempos. El hecho de que no maten cotidianamente desde hace unos años sólo habrá cambiado la conciencia que de ella tienen los más jóvenes. Los de mi generación, y antes, por supuesto, nunca olvidaremos el dolor tan sucio que nos hacía sentir. Y la impotencia, y la rabia. Muchas veces cogía las noticias ya empezadas, escuchaba un segundo de las declaraciones (siempre las mismas) de algún político; o veía las mantas plateadas cubriendo algún cadáver, y dejaba lo que estuviera haciendo, resignado una vez más a descubrir cuántos y quiénes eran los muertos esta vez. Muchas veces.
Me alegro sobre todo por los vascos que se han jugado la vida para acabar con ellos, por los policías, la guardia civil. Los que han plantado cara. Estos años atrás, quien no sintiera que su vida corría peligro ante eta era un miserable. Y no eran pocos. Ojalá, entonces.

El final de eta no debería usarse, en ningún caso, como mercadeo político. Los asesinos deben ser tratados, hasta el final, como tales. Lo contrario sería escupir sobre los muertos y sus familias, y sobre todos nosotros.

Ahora sigue, sin embargo, otro problema. La misma ralea ocupa ahora los ayuntamientos del País Vasco. La enfermedad irracional del nacionalismo está crecida, insolente como nunca. La libertad está muy lejos de conseguirse aún, no nos engañemos. Los resultados el 20N serán arrolladores, aunque parezca mentira. Compadezco a los vascos que gastarán su vida defendiendo la razón y la democracia.

jueves, 6 de octubre de 2011

La tiza

Ha muerto Steve Jobs, como sabéis, y reconozco que me ha apenado la noticia de algún modo. Esto me ha sorprendido, pues mi interés y apego por las glorias de este hombre se limitaban al reconocimiento sobrio cuando escuchaba sus hazañas en boca de algunos amigos, algo parecido al rostro de mi padre cuando intenté explicarle qué era eso del facebook. Me han sorprendido igualmente las elegías por doquier en la prensa mundial hechas por personas de generaciones anteriores a la mía. No tengo iPad, ni iPod, y aún no tengo el iphone que sin duda tendré. No puedo decir, siquiera, que sea un aficionado a estas tecnologías, pero me gustan, y hasta ahora, sólo he visto en ellas las ventajas que proporcionan.
Steve Jobs creó hace tan sólo treinta años un ordenador, Lisa, que costaba diez mil dólares. Hace unas horas, hubo cierta desilusión al comprobar que el nuevo iphone no aportaba suficientes sorpresas.
Ahí es donde quiero llegar. Esta mañana he hecho que quince alumnos resumieran a lápiz un texto de una página, algo que probablemente, en un día como hoy, hace exactamente cien años, algún joven profesor de lengua española ordenara a sus alumnos. A nosotros, compañeros, nos ha tocado el cambio. Cuanto antes lo hagamos, sin reticencias, menos tiempo perderemos. Me guardaré una tiza como objeto vintage que algún día decorará (qué predecible) mi casa.

sábado, 1 de octubre de 2011

El buen Moraga

José María es un hombre antiguo, no sólo por su perfil de Larra, sino porque uno recibe de él lo que se espera: es honesto, amable, cariñoso y sentimental; y actúa de esas formas. Es una losa firme en quien poner el pie, porque él se deja, entre tanta gentecilla y gentuza que tenemos que conocer a diario.
No voy a comentar las virtudes y habilidades que todos conocemos y que porerror nos recuerda a menudo, espero que por mucho tiempo. Sólo una. En la entrevista que le hace Joaquín Soler Serrano (youtube, la recomiendo), Cortázar habla de su interés innato por "el otro lado de las cosas", ese mundo fantástico que se entrelaza con el cotidiano a través de signos no visibles para todos, pero que Julio y Jose ven. Quizá el primero de una forma más trascendental y esotérica, pero el segundo mucho más divertida e iluminadora. Y esto es una joya tenerlo al lado, no sólo por la risa, sino porque todo se descubre mucho más lírico, mucho más épico, amplio, como dicen los escritores que ensancha la literatura. Y un viaje o un café con Jose es una aventura para antihéroes como nosotros. De esta forma, un paseo por el rastro madrileño puede ser una escena de Tras el corazón verde, con persecución incluida, o una hamburguesa convertirse en el barbapapá de Adriá. Insisto en que esta actitud entusiasta y solidaria yo la agradezco y manejo como oro en paño. Pero nada sería esto, de todas formas, si nuestro hombre no fuera un tipo normal. Bueno y normal.

No es fácil hacerse de un amigo a ciertas edades. Nos han pasado cosas juntos, buenas, malas, malísimas. Por mí, hace tiempo que no es el colega, el pasajero. Tengo la intuición, además, de que este va a ser un año acojonante. Y si no, le sacaremos las mismas metáforas.
Y Jose sabe algo de metáforas, ¿no?