-Se acabó. María Jiménez
-¡...si jamás he podido entrar en unos brazos
sin sentir -aunque sea nada más que un momento-
igual deslumbramiento que a los veinte años! Jaime Gil de Biedma
La noche negra del verano ha de esperar aún porque he de hacer unos números en la campiña puta, ya me he puesto el colgante y las sandalias pero no paro de llevar y traer cosas, todo el día con la ropa a cuestas. Cuando salgo de Mairena me dice Alberto que parezco un militar. Me hace falta ya la noche negra. Paciencia.
Ella tiene un cuerpo perfecto que no abruma, hermoso sin embargo, lejos de la aséptica estupidez de una estructura sin reproches. Yo me he pasado el tiempo averiguando cualquier línea que se formara nueva, cualquier detalle en la fotografía, contemplando, en fin, tan cerca -ella me ha dejado-, los escenarios tibios de su carne.
Alguien ha pegado un zapatazo en la tarima, arde el parqué sentimental alrededor de mí. Los hombres huyen y las mujeres lloran, y viceversa, y yo no sé por qué, ni sé saberlo, ni tengo teoría ni ganancia, es como tarde y sólo quiero ya la sombra del verano y vuestra compañía.
Dos parejas de amigos se me casan.