viernes, 1 de octubre de 2010

The Big Bang Theory


Penny, Penny, Penny... Sheldon Lee cooper.
Pocos placeres he encontrado en mi miseria como la idolatría, el fetichismo al cuerpo (¿personalidad?) femenino de mujeres que conozco, no conozco o de la pantalla grande o chica. He vuelto a enamorarme. Se llama Kaley Cuoco, exótico e impensable nombre para la actriz que encarna al personaje de Penny en The Big Bang Theory. Veo cada noche con Kela 3 episodios de la serie, y acudo a ellos como a una cita. Se me sacude el cuerpo como a Morgan Freeman cuando, en Cadena Perpetua, pasaban la escena en que Gilda levantaba el pelo y toda su sexualidad. Confieso sin rubor (es un logro a pulso) que he sentido celos cuando la besaba Leonard. Qué hay en esto de enfermedad o ternura poco me importa. Me casaría con ella.

Pero yo quería hablar de otro personaje, del principal de la serie, el gran Sheldon Lee Cooper, con quien me ha comparado físicamente la hija de puta de Kela: "tú eres un poco Sheldon".

No voy a describir a Sheldon, ved la serie. Es físico teórico. Su bis cómica consiste en que todos los conocimientos que posee sobre la vida consisten en eso, en simple teoría. Es un discapacitado social, como un asperger, como un niño con los conocimientos de una enciclopedia. Pues bien. A veces, no sin cierta deferencia, nada me parece más humano que Sheldon Cooper. Me da tranquilidad. Siempre he hecho apología de la sinceridad. Intento, fracasando, ser a diario una persona honesta, sin máscara, mostrar un lado sólo de lo que existo. Admiro a una o dos personas que conozco que casi lo consiguen. Sé que esto es imposible, que desde por la mañana temprano hacemos como actores, que hay pocos momentos en que nos vomitamos limpiamente, diciéndonos la verdad de nosotros mismos. Sé incluso que a veces es desaconsejable, que las mentiras, como escuché el otro día, endulzan la vida levemente. Pero qué pereza levantar cada día la pantomima, la pose, la frase de ingenio, las miradas críticas, el espectáculo social entre berrea y cansino. Por eso amo a Sheldon. Un tipo inaguantable incapaz de decir una mentira, libre de predicar una imagen, insobornable, inútil, contento cada vez que capta las convenciones sociales de las que nos sentimos orgullosos dueños; blanco, dulce, un tipo que me gustaría tener cerca para que nos recordara a menudo cuánto sobra de paja en nuestras vidas.


Nota: amo a Penny por la mañana, cuando sale en pijama; por la tarde, tan vestida; por la noche, otra vez en pijama. Pero sobre todo cuando se enfada.

5 comentarios:

Rocío dijo...

Precioso

Porerror dijo...

Lo siento pero nunca me llegué a enganchar a esta serie y la razón principal es el personaje que glosas: no aguanto a ese pavo. Sé que el raro soy yo, no voy a atacarlo o a defender mi postura. Solo diré que en la vida REAL he conocido a varios Sheldon Coopers, y claro, entonces ya no resulta tan divertido.

El Nota dijo...

Me encanta Penny. Es adorable y guapísima.

Por cierto, por alguna extraña casualidad hemos vuelto a escribir en nuestros denostados blogs despues de muchísimo tiempo...

Un abrazo

Leo dijo...

Al carajo la Penne y el Serdo, o como se llamen, y viva la Leyre Pajín con su pandero valenciano y sus paletillas, (abajo el edil de Pucelandia) hasta se ha puesto guapa de ministra la tiparraca, y encima gana un pastón... Esa si que debiera ponerte, gachón.

Me alegro de volver por aquí y encontrarme... que sigues en forma.
A ver cuando venís a ver la niñas joios...

Unknown dijo...

Yo sí me enganche con la serie, desde el primer capítulo nos dimos cuenta que iba a ser una gran serie de nerds y ahora ha habido muy buenas también con esa temática.