El otro día murió Ángel González. Era el último poeta vivo que me gustaba. Pertenecía a la generación del 50, espléndida. Joaquín Sabina, en el entierro, soltó un: ¡viva Ángel González! Por lo visto era de buen beber, y frecuentaba a Caballero Bonald por Sanlúcar. Poeta que utilizaba la ironía a menudo es en sus poemas amorosos y sencillos donde creo que triunfa. Nos dejó un inventario de lugares propicios para el amor. Sus últimas palabras escritas las leyó García Montero; iban dirigidas a su viuda, Susana Rivera: "Querida Susi, alguna vez tenía que ser. Esto no hay quien lo evite". En su lápida reza el verso que él dispuso: "Este amor, ya sin mí, te amará siempre".
3 comentarios:
"Sin embargo, cuando pienso en tu nombre, eres tú quien le da
a la palabra color, aroma, vida."
Y ya van dos poetas de los míos que se van estando a tu lado...Sab.
"Son pocos. La primavera está muy prestigiada, pero es mejor el verano."
Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia (con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno-
en niños, perros y otros animales)
y el «no tocar, peligro de ignominia»
puede leerse en miles de miradas.
¿Adónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.
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