Los últimos años ha dado la casualidad (los dos últimos: los anteriores no trabajaba) de que los lunes no tenía que levantarme temprano. Y un año más, en el silencio del salón y la madrugada, he podido contemplar el espectáculo: el salto de la reja.
Canal Sur, 2.25 de la mañana. Los comentaristas, en un volumen bajo, no sé si por la devoción o la embriaguez -elementos que, si juntos, pueden resultar explosivos- van narrando los paños viejos y la alcurnia de los simpecados, el color de las bengalas o la noche marismeña.
Apostados contra la reja, en la ermita, axila con axila, una camisería vigila impaciente la cabeza de al lado; una patillería aguarda recelosa la llegada del último simpecado, el de la hermandad matriz, que arriba entre palmas y como levitando, pues quien lo lleva está ya anegado entre el ímpetu y la esperanza de sus hermanos almonteños. Comienzan las hostilidades. Futuros cardenales (sin ser del clero) se aprietan contra la reja. Algunos cuerpos saltan. Otros resisten entre corrientes humanas como en un concierto de Reincidentes. Y aquí está lo curioso, lo que me hace reír: los comentaristas ni se inmutan. Siguen con su glosa del oro y de fechas, con voz queda, y, mientras, veo (ven todos los espectadores) cómo un hermano, que debe ser importante, se alza sobre sí mismo para agarrar a otro por los pelos y tirarlo hacia atrás, no vaya a ser que infrinja no sé qué reglas de la salida de la Virgen (¿vendrá de ahí lo de leña marismeña?).
Y claro, es que hay que tener arrestos para comentar esto, así, en directo, sin decir que es una barbaridad. La mujer dice, valiente: bueno, la gente piensa que se están peleando, pero ellos saben muy bien, no crean, todo el proceso, es el fervor y...El otro comentarista lo arregla: es que en realidad no sé qué hacen ahí los que no son almonteños, deberían dejar a los hermanos de Almonte dirigir la salida, que ellos son los que saben y tienen experiencia. Toma ya.
Exceptuando los problemas de tráfico que ocasionan, con los que no transijo, soy bastante respetuoso con este fenómeno. Tengo amigos rocieros. Una noche asistí a una charla entre dos rocieros muy veteranos como a una epopeya de Homero. He visto también algunas consecuencias y estragos: vasos de cristal volando de patio a patio como venganza de enormes cuernos del río Quema. Pero esa imagen del salto la echamos a pelear con las de La Meca, y sin complejos. Y eso no hay comentarista televisivo, aunque sea de La Nuestra, que lo maquille.
2 comentarios:
Estuve presente aquella noche en la CV, en la que vasos,botellines y todo-lo-que-estaba-al-alcance-de-aquella-loca volaba...un espectáculo tan bochornoso como el salto de la reja, con todo su antes y todo su despues. Lo que ya me parece inadmisible es que metan a los pobres críos alli en medio de ese salvajismo para que puedan tocar a la virgen. Luego no nos podemos llevar las manos a la cabeza con las historias que vemos por ahí fuera, todos somos iguales.
bueno.... aquella noche en la cv memorable...
Que buenos tiempos aquellos en los que no olía todo a fritanga en verano..
Yo sobre el rocío.. creo que puedo opinar de cerca porque he ido con rocieros de pro y porque he ido como no rociera..sino aprendiz de algo que no quise aprender...
En fin, con todo lo que se bebe y lo que no se bebe pero que también coloca, no me extraña que haya ese panorama con el salto de la reja...
Aunque tengo que decir que la primera vez que vi en directo ese acontecimiento, me emocioné y mucho.. pero no por la atrociedad de lo ocurrido.. sino por lo que no cuentan.... Por el silencio emotivo y las lagrimas contenidas..
Besos
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